Introducción.
Somos
sujetos enfrentados a la realidad objetiva del capitalismo. El capitalismo
aparece como un mundo fuera de control - la negación del control sobre nuestras
propias vidas. Pero es también un mundo en crisis. ¿Cómo nos relacionamos con
esta crisis?
Una idea que ha sido dominante entre los críticos del capitalismo es que la
crisis capitalista, especialmente una crisis prolongada y severa como en la que
estamos actualmente, demuestra que el capitalismo como sistema objetivo está
declinando. El significado de la declinación es, o bien que ya se han creado
las bases para el 'socialismo', y/o que el actual sistema se está moviendo a
través de sus propias contradicciones hacia un estallido. El capitalismo, se ha
dicho, es un sistema mundial que maduró en el siglo XIX, pero que ha entrado en
su fase declinante. Según nuestro punto de vista esta teoría de la declinación
o decadencia del capitalismo es un obstáculo para el proyecto de abolir el
sistema.
Puede parecer un mal momento para criticar la teoría de la decadencia.
Enfrentados a una desilusión generalizada respecto al proyecto revolucionario y
a la falta de una ofensiva de la clase trabajadora, hay una comprensible tentación
de buscar refugio en la idea de que el capitalismo como sistema objetivo se
encuentra, pese a todo, moribundo, dirigiéndose inexorablemente hacia su fin.
Si el movimiento subjetivo por el cambio revolucionario parece estar ausente,
la gravedad de la actual crisis aparece como la evidencia de que las
condiciones objetivas traerán un cambio con perspectivas de una revolución.
En la teoría de la declinación hay un conjunto de temas que se encuentran
inter- relacionados (crisis, colapso automático, la periodización del
capitalismo en fases ascendentes y descendentes, la noción de transición y el
problema ontológico de la relación entre sujeto y objeto). En un sentido
general diremos que la teoría de la declinación representa una forma de ver las
sucesivas crisis del capitalismo como expresiones de una tendencia descendente
general. Una complicación al analizar esta teoría es que hay numerosas
versiones de ella. Entre aquellos que se presentan a sí mismos como
revolucionarios las dos variantes principales de la teoría son la del
trotskismo y la del comunismo de izquierda, que pese a ser similares en cuanto
a su origen, son sustancialmente diferentes en cuanto a la manera en que la
teoría afecta sus políticas. Para algunos comunistas de izquierda la política
está virtualmente reducida a propagandizar hacia las masas el mensaje de la
decadencia del capital, mientras para muchos trotskistas la teoría actúa más
bien como un telón de fondo que inspira su teoría de la crisis y de la
organización, y también su trabajo de agitación.
En esencia la teoría sugiere que el capitalismo como sistema surgió, creció
hasta alcanzar la madurez y ya habría entrado en su fase de decadencia. Las
crisis del capitalismo son vistas como la evidencia de una condición de fondo
más severa: la enfermedad del sistema capitalista. El desarrollo capitalista
implicaría la creciente socialización de las fuerzas productivas y llegado un
cierto punto las fuerzas de producción capitalistas habrían entrado en
conflicto con las relaciones de producción. El concepto de declinación del
capitalismo está ligado a la teoría de la primacía de las fuerzas productivas.
La fuerza motriz de la historia es vista como la contradicción entre dichas
fuerzas y las relaciones de producción. Esto es en su quintaesencia una teoría
marxista que se apoya en la posición básica que Marx plantea en el Prefacio a
la Contribución a la Crítica de la Economía Política.
La mayoría de las versiones de esta teoría ubican el paso del capitalismo desde
su madurez a su declinación en algún momento cercano a la primera guerra
mundial. La forma actual de capitalismo se caracteriza por aspectos declinantes
o en decadencia. Las formas en que se manifiesta este cambio son: el
desplazamiento desde el laissez faire al capitalismo monopólico, la dominación
que ejerce el capital financiero, el aumento de la planificación estatal, la
producción para la guerra y el imperialismo. El capitalismo monopólico señala
el incremento de los monopolios y carteles y la concentración del capital al extremo
de que multinacionales gigantescas cuentan con más bienes que los países
pequeños. Al mismo tiempo, en el fenómeno del capital financiero, se pueden ver
grandes montos de capital que se desvinculan de los procesos de producción
particulares para moverse ágilmente en busca de beneficios a corto plazo. Con
el aumento de la planificación estatal el Estado se asimila con los monopolios
de varias formas, tales como la nacionalización y el gasto en defensa – se
trata del capital organizándose. Esta planificación expresa el intento del
Estado de regular el funcionamiento del capitalismo en beneficio de las grandes
firmas y monopolios. La estatización es vista como la evidencia de la
declinación porque demuestra que la socialización objetiva de la economía iría
en contra de la apropiación capitalista; ello se interpreta como una fase de
declinación en que el capitalismo trata desesperadamente de mantenerse a flote
mediante la adopción de métodos socialistas. El gasto público y la intervención
estatal son vistos como un intento destinado al fracaso por evitar las crisis
que constantemente amenazan al sistema. La producción bélica es una forma
particularmente destructiva de gasto estatal, en la que grandes segmentos de la
economía son destinados a una finalidad esencialmente improductiva. Esto se
relaciona estrechamente con el imperialismo, que es visto como la
característica del capitalismo en su época de declinación. La 'época' de
dea¡cadencia supuestamente se habría iniciado, de hecho, con la división del
mundo entre las grandes potencias que desde entonces lucharon en dos guerras
mundiales por la redistribución del mercado mundial. Se cree que las guerras y
la amenaza de guerra demuestran que la única forma en que el capitalismo puede
continuar existiendo es mediante la destrucción, sugiriéndose que si el
capitalismo no se puede salvar a sí mismo por otros medios nos va a conducir a
la guerra.
En el momento actual, ingrato para la política revolucionaria, puede parecer
deseable sustentar una posición revolucionaria en una teoría que ofrece la
visión de un desarrollo objetivo de la historia en que el capitalismo parece
estar dirigiéndose hacia la puerta de salida. Por otra parte, algunos de los
desarrollos que han llevado a sectores revolucionarios a elaborar una teoría
atractiva de la decadencia, han debilitado al mismo tiempo los supuestos de al
menos algunas de las versiones de esa teoría. La crisis de la socialdemocracia
y el colapso literal de la Unión Soviética han sido presentados como un triunfo
del capitalismo y el final de la historia. En el este y el oeste solía ser
posible enarbolar el inexorable avance de las formas socialistas como evidencia
concreta de que la historia se mueve progresivamente hacia el socialismo o el
comunismo. La idea de que el socialismo representaba el progreso se
complementaba con la idea de que el capitalismo había entrado en una fase
decadente. Se decía que la socialización de las fuerzas productivas estaba en
abierta contradicción con la apropiación privada. Ahora que se concretó un giro
hacia la privatización de áreas nacionalizadas en el oeste, y hacia la
privatización de la propia clase dirigente en el este, la idea de que el
desplazamiento hacia el socialismo es inevitable – idea dominante en la
izquierda de los últimos 100 años - se debilita y la noción de que la historia
está de nuestro lado ya no parece plausible. Con el fracaso de lo que se veía
como 'el socialismo realmente existente' y el repliegue de las formas
socialdemócratas, la identificación del socialismo con el progreso y la
evolución de la sociedad humana es puesta en duda. Así, pareciera que lo que ha
sufrido un colapso no es el capitalismo sino la historia misma.
El abandono de la idea de que el desarrollo histórico de las fuerzas
productivas es un progreso hacia el socialismo y el comunismo ha derivado en
tres principales corrientes de pensamiento:
1) La renuncia por parte de los 'nuevos realistas' y los 'socialistas de
mercado' al proyecto de abolición del capitalismo y su viraje hacia el
reformismo.
2) El rechazo post-moderno de la noción de una totalidad en desarrollo, y la
negación de cualquier significado en la historia, lo cual deviene en una
celebración de lo que existe.
3) La mantención de una perspectiva anti-capitalista pero identificando al 'progreso'
o la 'civilización' como el problema. Este romanticismo implica suponer que la
idea de movimiento histórico era errada y que lo que en realidad debemos hacer
es retroceder.
Estas orientaciones no son excluyentes entre sí, por supuesto. La práctica
post- moderna, en la medida que existe, es reformista, y la fracción
anti-progreso se enraiza en el ataque post-moderno contra la historia. Frente a
la pobreza de estas alternativas aparentes no es de extrañar que muchos
revolucionarios busquen reafirmar una teoría de la decadencia o declinación:
afirman que el comunismo o el socialismo sigue siendo necesariamente el próximo
paso en la evolución humana, que el curso evolutivo pudo haber sufrido un
retroceso pero que todavía podemos ver en la crisis que el capitalismo se está
desmoronando. Sin embargo, frente a derivaciones insatisfactorias de la teoría
la única alternativa no es reafirmar sus fundamentos, más bien lo que debemos
hacer es re-examinarlos críticamente.
Podemos analizar la teoría de la declinación representada por dos principales
facciones (¿en la izquierda?): trotskismo y comunismo de izquierda. En los
comunistas de izquierda la teoría de la decadencia está en el centro de sus
análisis. Todo lo que ocurre se interpreta como prueba de que la decadencia
está en aumento. Un ejemplo de esto es la Internacional Communist Current (ICC:
Corriente Comunista Internacional). Para este grupo, la crisis capitalista se
ha vuelto crónica: 'todos los grandes momentos de la lucha proletaria han sido
provocados por las crisis capitalistas'; la crisis actúa sobre el proletariado
y hace posible la 'intervención de los revolucionarios'; la tarea de éstos es
difundir la idea de la decadencia del capitalismo y los objetivos que pone en
la agenda histórica; 'la intervención de los revolucionarios dentro de su clase
debe en primer lugar y ante todo mostrar cómo este colapso de la economía
capitalista demuestra más que nunca la NECESIDAD HISTÓRICA de la revolución
comunista mundial, a la vez que crea la posibilidad de realizarla'. Se trata de
un modelo en que la decadencia del capitalismo es una realidad objetiva que
surge de su propia dinámica, que hace la revolución comunista necesaria y
posible, siendo el trabajo de los revolucionarios llevar esta verdad a la clase
que va a estar objetivamente predispuesta a recibir el mensaje debido a su
experiencia de la crisis. ¡Hasta ahora no ha habido suerte! Aún así, para los
partidarios de esta teoría la decadencia no puede sino empeorar: ya llegará
nuestro momento.
En los troskos esta noción no aparece de manera tan frontal, pero de todas
formas determina su teoría y su práctica. A diferencia de la repetición purista
de la frase eterna sobre la decadencia que hacen los comunistas de izquierda,
los troskos parecen caracterizarse por su adaptación positiva a la moda
política, pero tras estas actitudes subyace una posición similar. A pesar de su
insistencia en reclutar miembros conectándose con cualquier tipo de lucha, los
partidos trotskistas tienen el mismo modelo objetivista acerca de lo que el
capitalismo es y de las razones por las que se va a desmoronar. Agrupan
miembros ahora y esperan el momento en que, debido al colapso del capitalismo,
ellos van a tener la oportunidad de crecer y alcanzar el poder estatal. La
posición del trotskismo ortodoxo está expresada en la declaración fundacional
de la Cuarta Internacional, donde Trotsky señala: 'El prerrequisito económico
para la revolución proletaria ha alcanzado en general el punto más alto de
concreción que puede alcanzar bajo el capitalismo. Las fuerzas productivas de
la humanidad se han estancado... Las condiciones objetivas para la revolución
no sólo han madurado, se están comenzando a pudrir. Sin una revolución
socialista en el período histórico inmediato una catástrofe amenaza al conjunto
de la humanidad. Ahora es el turno del proletariado, conducido por su
vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la
crisis de dirección revolucionaria'.
Una diferencia significativa a nivel teórico es que la versión trotskista
identificó históricamente a la Unión Soviética inicial como una parte
(políticamente degenerada) del movimiento de la economía hacia el progreso
histórico, mientras para los comunistas de izquierda ésta ejemplificaba la
decadencia de la época. Así, la teoría trotskista de la decadencia, que tendía
a ver a la Unión Soviética como progresista y como una prueba del carácter
transicional de la época, ha sido más remecida por su colapso que la versión de
los comunistas de izquierda, para quienes se trataba sólo de capitalismo de
Estado y su destino era simplemente correr la suerte de la crisis permanente
del capitalismo. A pesar de su antipatía hacia 'el ala izquierda del programa
del capital', los comunistas de izquierda coinciden con las posiciones
generales de los trotskistas sobre la decadencia del capitalismo. De hecho, los
de la International Communist Current piensan que los errores de la teoría
trotskista obedecen a que no manejan una concepción adecuada de la decadencia.
Esta similitud que subyace a ambas corrientes puede encontrarse también en una
mirada a su historia. Tanto los troskos como los comunistas de izquierda
reclaman la herencia de los movimientos de los trabajadores. Ambos siguen una
herencia que proviene de la Segunda Internacional, y su polémica reside en si
las figuras en que se expresó la continuidad de la tradición marxista clásica
después de 1917 fueron Lenin y Trotsky o Panekoek y Bordiga. Si es así,
entonces para comprender y criticar la teoría de la decadencia del capitalismo
debemos seguir su historia desde el marxismo de la Segunda Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario