Ponencia para el coloquio “La crisis del trabajo abstracto”, Buenos Aires, del 5 al 7 de noviembre 2007
Norbert Trenkle (Grupo krisis)1
1. El trabajo abstracto es el principio central de organización y dominación de la sociedad capitalista. Lo afirmamos no sólo por el hecho de que la realización del capital depende de la aplicación de la fuerza de trabajo vivo en el proceso de producción, sino por una razón más fundamental: el trabajo abstracto constituye y confiere la síntesis de la sociedad capitalista. Puesto que ésta, en esencia, es una sociedad productora de mercancías y, por lo tanto, una sociedad en la cual los seres humanos establecen sus relaciones sociales a través de la forma de mercancías y dinero. Pero dado que una mercancía, considerada desde su aspecto de valor de cambio, no es otra cosa que portadora de valor – o sea de „trabajo muerto“- la mediación o transmisión social conferida a través de mercancías es idéntica a la mediación o transmisión a través del trabajo abstracto. La expresión más directa y evidente de esto es la obligatoriedad generalizada de tener que vender la propia fuerza de trabajo para poder sobrevivir. Por lo tanto uno mismo debe convertirse en mercancía para, a través de la compra de los bienes de consumo, tener acceso a la riqueza de la sociedad .
La síntesis o mediación social a través de mercancías y trabajo es, en esencia, mediación cosificada. Es decir: las relaciones sociales (relaciones entre seres humanos) se establecen por medio de las cosas (mercancías) y asumen de esta manera una forma totalmente demencial: En cierta forma, las cosas comunican sobre cómo deben vivir los seres humanos. O dicho de otro modo: en la sociedad capitalista, los productos del trabajo humano adquieren vida propia y se presentan ante las personas como configuración de coacciones aparentemente ajenas. Para este estado de cosas, Marx acuñó la famosa expresión defetichismo de la mercancía. Optó por esta expresión concientemente para remitir, por analogía, a las sociedades animistas. En estas sociedades, las personas son dominadas por sus concepciones mágicas, producto de sus propios cerebros. Algo muy similar ocurre en la sociedad capitalista, aunque sostenga sobre sí misma haber superado el pensamiento mágico. En ella son los productos materiales los que se han independizado de las personas, dominándolas como un fetiche en forma de trabajo y mercancía.